Las cifras de la nacionalización, son el buque emblema del gobierno presidido por Evo Morales y el principal motivo de orgullo de su decenio a la cabeza administrativa del país.
Y no son para menos, ya que de menos de 4 mil millones de dólares en la década pasada, a más de 31 mil millones de ingresos para el Estado al cierre de la presente, son números respetables e irrefutables.
La refundada YPFB, es definitivamente la muestra de que es posible contar con una empresa estatal competitiva y equiparable a otras entidades de la región, aunque existen grandes tareas que requieren la modernización de los procesos y la implementación de un gobierno electrónico que ayude a transparentar la gestión y darle a la compañía un impulso necesario para consolidarse como la primera empresa del país.
Por su lado está ENDE, que se encuentra en proceso de convertirse en una de las empresas más importantes del sector eléctrico de Latinoamérica, gracias al impulso recibido y la proyección en materia de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica. Un factor que marca la diferencia es, definitivamente, el convertir a Bolivia en el corazón energético de Sudamérica. Esto podría quedar en un mero enunciado, si no se tienen en cuenta la demanda creciente de los países vecinos, que abren ventanas de oportunidad para la exportación de electricidad, iniciando así el camino de la internacionalización, lo que representa una gran responsabilidad y por supuesto una multimillonaria inversión. El BCB y los créditos chinos se constituyen en los principales financiadores, aunque nos preocupa el nivel de endeudamiento que está asumiendo el Estado y que aún no muestra las cifras del repago y la carga que significará para el país.
Ahora bien, las lecciones aprendidas en esta década, pasan por las decisiones en materia exploratoria en hidrocarburos, las cuales han resultado en grandes pérdidas y deberán revisarse a detalle; la pesada carga burocrática de las entidades estatales, la falta de una nueva ley de hidrocarburos y otra de electricidad y la falta de incentivos para la atracción de inversiones, deben ser revisados con urgencia para revertir el tiempo perdido.
En resumidas cuentas, el balance es positivo, pero aún hay grandes tareas por cumplir. Queda ajustar las políticas a la realidad. ▲
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